No, no lo celebro. Yo recuerdo a todos los santos (1 de noviembre), es decir, a tantos hombres y mujeres que a lo largo de la historia han vivido y han muerto de tal manera, que merecen la pena ser presentados como compañeros de camino, guías, testigos de lo que merece la pena. Esos son los santos. También los santos son todos aquellos que ya ven y gozan lo que yo ahora sólo creo y espero... Bueno, también lo gozo a veces... pero desde la fe. Ellos ya lo ven. Y sé que ellos viven conmigo de alguna manera; se solidarizan con lo que me alegra y lo que me entristece; interceden por mí...
Y os aseguro que por mucha publicidad, insistencia comercial, presión en los medios de comunicación, etc... todo lo que os he dicho es infinitamente mejor que celebrar unas calabazas huecas que juegan con la muerte y con el vacío disfrazado de luces y máscaras.
Prefiero la luz. No celebro tinieblas
¡¡Olé, olé y olé!!
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