El Señor me dio a conocer que no sólo tenía que predicar a los pecadores sino también a los sencillos había que catequizar, predicar...
Y por eso me dijo aquellas palabras:
“Los menesterosos y los pobres buscan aguas y no las hay;
la lengua de ellos se secó de sed.
Abriré sobre los calveros arroyos y en medio de las barrancas manantiales. Convertiré el desierto en lagunas y la tierra árida en hontanar de aguas”
(Aut Claret 118)
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