lunes, 6 de octubre de 2008

¿no sabes si crees o no, si Dios es recuerdo de la niñez o aún forma parte de ti?

José Antonio Pagola ha escrito un libro que os recomendamos vivamente. Yo no lo he leído aún, pero puedo recomendarlo porque conozco al autor y sé que, estando de acuerdo o no con él, es un cristiano honesto, formado, y además, cuando habla (o escribe) se entiende lo que dice. Algo que por desgracia, no es tan frecuente en escritos religiosos o eclesiales.
Aquí tienes la presentación que el mismo Pagola hace del libro. Si te ves reflejado, regálatelo y dedica algunos ratos a leerlo. Luego hablamos.


Escribo estas páginas pensando sobre todo en quienes a lo largo de estos años os habéis ido alejando de la fe que vivisteis de niños. He escuchado muchas veces vuestras preguntas e incertidumbres. Algunos me habéis contado con detalle vuestra trayectoria. Entiendo vuestras dudas y prejuicios: ya no sabéis si creéis o no; no sabéis si Dios os interesa para algo. Conversando con vosotros y «escuchando» vuestro corazón he llegado a una convicción: Dios puede ser una «sorpresa» para muchos de vosotros. Conoceríais una alegría nueva si aprendierais a vivir con él de otra forma. Vuestra vida se trasformaría si acertarais a vivir a gusto con ese Dios amigo que se nos revela en Jesús.Sé que dentro de vosotros no se ha apagado la fe en Dios. Muchos seguís admirando a Jesús, aunque tal vez no lo conozcáis bien ni penséis en él con frecuencia. Habéis hecho lo más fácil: dejar a un lado una religión que no os ayudaba a vivir mejor. Otros muchos –hombres y mujeres– han hecho lo mismo a lo largo de estos años. ¿Ha sido lo más acertado?Algunos de vosotros deseáis volver a creer, pero de manera diferente. No queréis retornar al pasado. No guardáis buenos recuerdos de vuestra experiencia religiosa de niños. No queréis retomar las creencias y prácticas de otros tiempos. Buscáis algo más auténtico y gozoso.A veces os preguntáis qué podéis hacer ahora, después de tantos años. No es fácil. No os veis a estas alturas hablando con un cura. Tampoco sabéis a dónde acudir o qué pasos dar. De estas cosas no se puede hablar con cualquiera. Si decís entre vuestros amigos que andáis buscando a Dios, se sorprenderán. Alguno tal vez se sonreirá.Lo cierto es que buscáis luz, verdad y paz. Queréis «entender» mejor algunas cosas sobre la fe, pero lo que sobre todo deseáis es comprobar si Dios os puede dar en estos momentos fuerza, alegría y esperanza para vivir. A veces intuís que vuestra vida cambiaría si pudierais encontraros con él. Querríais comunicaros con Dios de otra manera, pero no sabéis cómo. Ya no os sale rezar. También desearíais conocer mejor a Jesús, pero no sabéis por dónde empezar. ¿Qué hay que hacer para aprender a creer de una manera más viva?De todo esto quiero hablar con vosotros en este pequeño libro. No os quiero exponer doctrinas teóricas. Os hablo desde muy dentro, tratando de sintonizar con lo que vivís en el fondo de vuestro corazón. Solo os quiero sugerir algunos pasos para aprender a vivir y a sentir a Dios de otra manera. Dios sigue vivo. Os puede «sorprender» en cualquier momento. No cerréis ninguna puerta. No desoigáis ninguna llamada.En esta búsqueda, a muchos de vosotros os haría bien compartir vuestras inquietudes y experiencias con otros que están viviendo algo parecido. Siempre es estimulante y enriquecedor encontrarse con personas con las que uno puede compartir su búsqueda interior, sus dudas y prejuicios, sus dificultades para encontrarse con Dios o su deseo de creer de manera diferente.Pienso que lo que vosotros y vosotras necesitáis en estos momentos no es un proceso catequético, ni reuniones de formación religiosa, ni encuentros de oración para creyentes. A algunos de vosotros eso os puede hacer bien, pero probablemente lo más deseable es poder hacer vuestro recorrido en un grupo de personas que están dando sus primeros pasos hacia una fe nueva, después de haberla abandonado o descuidado durante bastante tiempo.A estos grupos los llamo yo «grupos de buscadores». Mi deseo es que tantas personas que buscáis sinceramente a Dios podáis encontrar en alguna parroquia o comunidad cristiana, en el entorno de algún monasterio, en el interior de algún movimiento cristiano o en cualquier otro ámbito, la posibilidad de tomar parte en alguno de estos grupos. Movido por este deseo ofrezco al final de este libro algunas modestas sugerencias que puedan animar a alguien a crear un «grupo de buscadores». Nada puede sustituir la creatividad de los evangelizadores, pero en estos momentos es bueno que nos ayudemos mutuamente compartiendo nuestras pequeñas experiencias. Este es el sentido de los Anexos que encontraréis en las páginas 149-213.Por último os quiero recordar a todos unas palabras de Jesús. Para mí encierran una gran verdad. Dicen así: «Buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá… porque quien busca está encontrando y al que llama, se le abrirá».

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