Leyendo el Evangelio de hoy, en Marcos 8, 22-26, he caído en cuenta de la cantidad de veces que veo borroso y confundo unas cosas con otras... Verás:
En aquel tiempo, Jesús y los discípulos llegaron a Betsaida. Le trajeron un ciego, pidiéndole que lo tocase. El lo sacó de la aldea, llevándolo de la mano, le ungió saliva en lo ojos, le impuso las manos y le preguntó: ¿Ves algo ?
Empezó a distinguir y dijo:
- Veo hombres; me parecen árboles, pero andan.
Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró: estaba curado y veía todo con claridad.
Te cuento. A veces veo árboles que andan, pero son hombres, mujeres... personas... y si no fuea porque se mueven, ni me enteraría que lo son. Seguiría tratándolos como árboles, mesas, sillas...
El primer paso es empezar a distinguir, a discernir... y eso no es tan fácil. Para distinguir, tienes que pararte, saber qué opciones hay, qué es bueno y qué es malo, dónde quieres llegar, qué buscas y qué no... Si todo es lo mismo, si todo da igual, si "las cosas no son blancas o negras"... entonces es muy difícil distinguir, discernir. Y así, casi es imposible empezar a ver.
¿No te gustaría ver todo con claridad? ¿no te gustaría vivir sin dudas, con todo calro, de modo que no te equivocaras jamás, ni para ti ni para los otros? Cada error nuestro, cada no ver con claridad, cada equivocación de un ser humano con un árbol (o al revés), suele conllevar sufrimiento para alguien, no solo para mi...
Señor, que vea con claridad... Úngeme... ímponme las manos...
Por cierto, ¿sabes que la palabra que Marcos pone en griego para decir "untó" sus ojos... es la misma que se pone al decir el Espíritu Santo le "ungió"? Y, ¿sabes que esa palabra es la misma que se usa para llamar a Jesús "CRISTO"?... EL UNGIDO...
Pues eso, que cada vez que dejamos que Jesús nos saque fuera de la ciudad, tomándonos de la mano, nos UNGE, nos hace un poco más OTROS CRISTOS... y así, vamos viendo con claridad...
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