Hasta aquí, si me he explicado bien, lo que en psicología conocemos como indefensión aprendida.
Es lo que me vino a la mente desde ayer, cuando escuchando las noticias del asesinato de un empresario de 71 años, en el País Vasco, decían cosas como estas:
- le tirotearon a bocajarro cuando iba a jugar su partida de mus diaria... y los compañeros de partida, siguieron jugando con el compañero muerto en la calle.
- le tirotearon en un pueblo (Azpeitia, junto al Santuario de Loyola, qué curioso) donde dicen que todos se conocen. Se conocen tanto, que no hacen nada. ¿No se atreven? ¿no saben? No pueden, creo yo... como los perros del experiemento que dio nombre a este fenómeno psicológico: les ponían sobre una base que desprendía descargas eléctricas y les impedían salir de esa base. Después de unas cuantas, dejaban libres a los perros y lo increible es que ¡¡¡los perros ya no intentaban salir de la base que les estaba atizando electricidad!!!
- le tirotearon con la cara tapada porque no quiso pagar tributo a los terroristas y la gente del pueblo, un día después, viven como sino hubiera pasado nada o como si todo fuera normal... ¿Cómo es posible?
¿Cómo nos puede bloquear tanto y tanto el mal que nos incapacite para el bien?
Nuestro recuerdo y nuestra oración para Ignacio, para toda su familia y para todos los que -vascos o no- tenga valor para salir a la calle y decir que esto no puede ser.
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