domingo, 7 de septiembre de 2008

La valentía de no mirar para otro lado

Comentario al evangelio del Domingo 7 de Septiembre (Mateo 18,15-20)

Comenzamos Septiembre; vuelta al cole, al trabajo, final de vacaciones para muchos. Y el Evangelio de hoy pega duro. Sobre todo porque habla de un tema que a todos nos toca. ¿Cuándo ha sido la última vez que has hecho una faena gorda a alguien? ¿cuánto hace que has andado despistado, liado en cosas turbias o que simplemente has actuado sabiendo que por ahí no ibas bien? Cuando nos pasa esto, nos molesta muchísimo que alguien nos lo diga y nos lo haga ver, por mucho cariño con que nos lo digan. Pero después, cuando ha pasado el tiempo, ¡cuánto agradecemos que alguien se atreviera a hablar con nosotros, a decirnos lo que todos estaban viendo pero nadie decía!
Jesús lo dice claramente: todos metemos la pata muchas veces a lo largo de la vida. Es nuestro deber y nuestra responsabilidad hacérselo ver con cariño y con delicadeza. Primero a sola; luego con otras personas para que no sea sólo tu visión la que cuente. Y si tampoco hace caso así, es toda la comunidad, la Iglesia, la familia, el grupo al que pertenece quien tiene la obligación de de hablar con esa persona. Eso sí: por desgracia, llega un momento en que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Somos libres, tanto para equivocarnos como para aceptar la corrección de los demás y cambiar o seguir en lo mismo. Ser valientes y cambiar o dejarnos llevar y seguir de mal en peor…
Cualquiera de nosotros hemos estado en los dos lados: hemos sido el que está metiendo la pata y hemos sido el que ve que otro no va bien y tiene que decírselo. Siendo cristianos, tenemos algo fundamental a nuestro favor: si dos de vosotros se ponen de acuerdo para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
No lo olvidemos. Si has vuelto de las vacaciones y tienes en la espalda algún asunto por resolver, es el momento. Tómate esta semana y recuerda que no estás solo. ¡Jesús está en medio!

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