domingo, 1 de junio de 2008

para todos los que se cabrean el triple cuando llega el final de curso

Sí, es que hay que reconocer que llegados estas fechas estamos más cansados y todo nos molesta, ¿o no? Y me tropiezo con este texto, bastante antiguo, de alguien que no era profesor en un colegio ni nada así, pero que también se cabreaba por lo que se ve. Un tal Doroteo. Leed, leed:
De las Instrucciones de san Doroteo, abad :
Tratemos de averiguar, hermanos, cuál es el motivo principal de un hecho que acontece con frecuencia, a saber, que a veces uno escucha una palabra desagradable y se comporta como si no la hubiera oído, sin sen-tirse molesto, y en cambio, otras veces, así que la oye, se siente turbado y afligido. ¿Cuál, me pregunto, es la causa de esta diversa reacción? ¿Hay una o varias ex-plicaciones? Yo distingo diversas causas y explicaciones y sobre todo una, que es origen de todas las otras, como ha dicho alguien: «Muchas veces esto proviene del estado de ánimo en que se halla cada uno.»
Vaya, que no depende del pesado de turno que me molesta... que depende de cómo me pilla a mí. Y no me negaréis que mayo-junio, en esto, se lleva la palma. Pero sigamos:

En efecto, quien está fortalecido por la oración o la meditación tolerará fácilmente, sin perder la calma, a un hermano que lo insulta. Otras veces soportará con paciencia a su hermano, porque se trata de alguien a quien profesa gran afecto. A veces también por desprecio, porque tiene en nada al que quiere perturbarlo y no se digna tomarlo en consideración, como si se tratara del más despreciable de los hombres, ni se digna responderle palabra, ni mencionar a los demás sus maldiciones e injurias.
(...) También pueden aducirse otras causas. Pero, si examinamos atentamente la cuestión, veremos que la causa de toda perturbación consiste en que nadie se acusa a sí mismo. Que esto es verdad, lo hemos comprobado en múltiples ocasiones
y nosotros, con todo, esperamos con anhelo hallar el descanso, a pesar de nuestra desidia, o pensamos andar por el camino recto, a pesar de nuestras repetidas impaciencias y de nuestra resistencia en acusarnos a nosotros mismos.
Así son las cosas. Por más virtudes que posea un hombre, aunque sean innumerables, si se aparta de este camino, nunca hallará el reposo, sino que estará siempre afligido o afligirá a los demás, perdiendo así el mérito de todas sus fatigas.
¿No es verdad que cambia un poquito la perspectiva si miramos así el mes que nos queda?

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