lunes, 12 de mayo de 2008

¿AL MENOS SABES DÓNDE ESTÁ BIRMANIA?

Por si acaso, aquí puedes mirarlo. Espero que estés al tanto de lo que está pasando allí. Increíble. Y en medio de tanta destrucción y corrupción, hoy me encuentro con la historia de una mujer, la religiosa Ignacia Aramburu, de las Franciscanas Misioneras de María. En Rangún la conocen como «el ángel de los leprosos» y su familia la llama cariñosamente «la jorobadita» porque se quedó encorvada de tanto cargar leprosos y ancianos a sus espaldas, desde hace más de 60 años. Es la única religiosa española que queda en Birmania y allí quiere morir, entre los más pobres: «esta es mi casa. Aquí me siento útil, porque, en la vida, si no tienes responsabilidad, no tienes dignidad. Aquí he pasado toda mi vida y aquí quiero morir y ser enterrada, entre esta gente a la que llevo en el corazón».

Me hago eco de esta noticia por dos razones:
1.- porque recién terminado el tiempo pascual, el de la Resurrección, en medio de la muerte y la falta de escrúpulos siempre hay algún vestigio, por pequeño que sea, de luz, de Humanidad, de Vida. Y hay que contarlo cuando se ve.
2.- porque a pesar de ser críticos con la Iglesia desde dentro y hacer lo posible para que la mujer tenga el lugar dentro de ella que le corresponde, me indigna ver con qué frecuencia y descaro algunos sectores de nuestra sociedad hacen publicidad (a costa nuestra) de lo mucho que trabajan por la igualdad, como si fuera algo nuevo y exclusivo de ellos. La Iglesia, con sus límites, lleva haciendo esto muchos siglos: dispensarios médicos, asistencia en partos con medios increíbles, presencia donde nadie quiere estar, cooperativas, micro créditos (sin saber que se llamaban así!), promoción de las comunidades y sus líderes (en la vida real, casi siempre mujeres)...
En fin, y todo esto sin voces ni gritos ni publicidad ni campañas ni ministerios ni fotos posando... Mujeres entregadas libre y valientemente por el Evangelio, en favor de todos; entre quienes están, de un modo especial, otras mujeres.

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