martes, 20 de septiembre de 2011

LA FELICIDAD Y LOS CIENTÍICOS



Resulta que ahora los científicos han demostrado que la felicidad -eso que todos buscamos y perseguimos de la forma que sea- depende más de la serenidad interior y de un tiempo diario de meditación -oración- , que de la cantidad que tengas en el banco, las palmaditas en el hombro que recibas o la colección de "conquistas" de fin de semana que puedas comentar.
Quizá si lo cuenta un presentador de la tele, quien lo "demuestra" es un científico y quienes sirvieron como objeto de estudio son monjes budistas, nos suene más creíble y amable que si recordamos la insistencia de estas recetas tan sencillas en nuestra tradición cristiana. Así están las cosas.
Lo dicho: elijas el método que elijas, lo digan los científicos o no, la historia de la humanidad muestra -no demuestra- que grandes hombres y mujeres han sido felices, muy felices y muy humanos, a pesar de haber tenido enormes dificultades, persecuciones, incomprensiones... Y todo porque vivían convencidos de que todo no termina aquí, en la piel y el hueso, en la materia, en lo visible, en lo contante y sonante. Convencidos de que lo más importante nos lo jugamos "dentro", buscando cada día la armonía y la lucidez con nosotros mismos. 
Y para eso, nada tan eficaz como dedicar unos minutos al día al silencio, a  repasar las cosas con el corazón y la mente, a tomar conciencia... Y en nuestro caso, además, a gustar del misterio que supone saberse habitados en ese adentro, por Quien tan bien nos conoce y tanto nos ama.

No hay comentarios:

Publicar un comentario