viernes, 19 de junio de 2009

DEMASIADO CORAZÓN

Cuando decimos que algo es "demasiado", ¿qué estamos queriendo decir? Según el Diccionario de la RAE, demasiado tiene 3 acepciones:
1. adj. Que es en demasía, o tiene demasía.
2. adj. ant. Que habla o dice con libertad lo que siente.
3. adv. c. excesivamente.

Curioso, ¿no? En la Iglesia celebramos después del Corpus, DOS CORAZONES CON DEMASÍA... ¡Vaya dos pedazos de corazones! ... el de Jesús y el de María. No deja de tener su aquel que los cristianos hagamos fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo (Corpus Christi) y luego celebremos su Corazón.
Es decir: primero celebramos que el Dios de nuestra fe quiso hacerse visible, tangible, humano, corporal, cercano... Lo fue durante los años que Jesús vivió como uno más siendo "mucho más que uno de nosotros"... y lo es también ahora, después de su Resurrección, para todos los que no podemos tropezarnos con Él por los caminos de Galilea, ni cenar con Él en Emaús ni bailar con Él en Caná.... Con nosotros se ha quedado así, "tangible, corporal, amigo", en otras presencias tan reales como la vida misma. En la Eucaristía, en la Palabra, en medio de nosotros, en los más pequeños, en nuestro interior...
Y aquí viene lo grande: lo de Jesús no es sólo Cuerpo, por bueno y santo que sea... es también un Corazón. La fiesta quiere recordarnos que Jesús es plenamente Dios (por supuesto) y plenamente humano; su corazón nos lo recuerda y nos llama continuamente a renovar nuestra humanidad en él. Su Madre, María, junto a José, iría fraguando este corazón día a día, minuto a minuto, como han hecho con cada uno de nosotros. Desde pequeños, cuando nos han querido, cuando nos han dañado, cuando nos han abierto horizontes, cuando nos han arropado... todo va configurando nuestro corazón. Como el de Jesús, como el de María... o todo lo contrario.
Tener un corazón en demasía, un corazón excesivo, puede darnos problemas. A Jesús y a María se los dio. Demasiado corazón no significa vivir desde el puro sentimiento, desde el puro gusto o disgusto. En la cultura hebrea el corazón es el centro de decisión de la persona: desde él ama, sueña, proyecta, discierne, elige, renuncia... El corazón, en lenguaje bíblico es ese centro de operaciones que da armonía a toda la persona. Nada que ver con puras emociones o impulsos. No es eso. Quizá así podemos entender mejor la segunda definición del Diccionario: demasiado es quien habla y dice con libertad lo que siente... lo que es de verdad.
En Jesús y en María, libertad y voluntad van unidas en su corazón. Totalmente libres para entregarse totalmente, por propia voluntad. Ni por quedar bien, ni por dar buena imagen, ni por sometimiento a Dios. ¡No! Simplemente porque en un corazón como el suyo, todo está bien hecho... todo encaja... su libertad y su voluntad van unidas... su amor lo llena todo y lo colorea todo. Celebramos entonces, que vivimos y somos atraídos por un corazón así: el de Jesús. Hemos sido creados a su imagen, y tenemos señales claras de que es posible tener un corazón como el suyo: el de María...
Que Su corazón nos enseñe a amar... cada día un poquito mejor...

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