lunes, 9 de noviembre de 2009

EN MEDIO DE LA TORMENTA

El cuadro es una obra de Rembrandt, en el año 1652. Me llama poderosamente la atención cómo puede dar tanta luz una tormenta. Jesús, la calma, el descanso, la seguridad... queda en la parte oscura, tenebrosa y sin embargo, en calma. el mar enfurecido es un resplendor impresionante. en esa luz de espuma los apóstoles luchan por agarrarse fuerte, por no perecer, por no ser llevados de un lado a otro.
Otros han optado por mirar a Jesús. Están tranquilos. El cuerpo no refleja tensión ni buscan un cabo ardiendo del que amarrarse en medio de la tormenta.
Yo no sé cómo se hace. No siempre sé dónde está la diferencia entre quedarse quieto, tranquilo, confiado... y quedarse agazapado, inmóvil, derrotado, rendido...
Seguramente, la diferencia está en el después... en esperar la calma y aguantar el desenlace de cada tormenta que nos toca sufrir. A veces te pilla en popa, a veces en proa. A veces te pilla en plena luz, a veces en lo más sombrío. A veces acompañada, a veces sola. A veces con fe, a veces con miedo.
Sólo queda esperar. Y pedir la suficiente lucidez como para colocar la mirada y el corazón del lado adecuado. De Su lado. Lo demás, no es cosa nuestra. Por desesperante que a veces pueda parecer.

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