martes, 1 de mayo de 2012

La austeridad por sí sola no es suficiente


En los últimos días, por tierras europeas se multiplica el discurso en torno a esta afirmación: "la austeridad por sí sola no es suficiente, no nos saca de la crisis, no mejora la situación, no nos hace crecer". Sin duda, periodistas y políticos se refieren a la economía y las medidas sociales con todos sus recortes, pero a mí  me ha hecho pensar en otras cosas.
Me ha dado por preguntarme qué me hace crecer a mí; qué nos hace crecer a los humanos. ¿Recortar, ser austeros, renunciar? Bueno, pues en parte sí. Cada vez que una persona es capaz de recortar excesos y abusos, extras que no necesita... Cada vez que somos capaces de vivir con austeridad, con sencillez de vida, con pobreza solidaria... Cada vez que alguien renuncia a alguien o a otra cosa o a una aspiración legítima o a una posible elección, siempre que lo haga por amor, por haber elegido un bien mayor... Entonces, cada vez que pasa algo de esto, creo que crecemos, sí. Sin duda. Yo crezco cuando hago cosas así.
Pero ciertamente, ¿qué sería del ser humano si pusiera toda su pasión y su voluntad, su alegría y su empeño, sus cualidades y su amor en ser austero y capaz de renunciar? ¡Dejaríamos de ser humanos! 
Es verdad. para crecer, para ser cada un poco más yo, un poco más humana, no basta. Es preciso también soñar, provocar, lanzarme, ir más allá, volar, ser creativa... 
Sin todo esto, ciertamente, no sólo no crece mi "productividad", sino que además, dejo de ser "fecunda"; dejo de dar vida. Y eso ya son palabras mayores. Eso sí es una buena crisis.
Jesús comenzó su vida pública bailando, comiendo y cantando en una boda... allá por Caná de Galilea. Juan Bautista eligió el desierto, el ayuno y la conversión como centro de su vida. Ambos necesarios, ambos nuestros, ambos de Dios. Pero yo, a quien sigo, es a Jesús.
¿Funcionará igual la economía? No lo sé... hoy he preferido hablar de vida y de evangelio.



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