martes, 16 de febrero de 2010

DEL CARNAVAL A LA CUARESMA: UN AÑO MÁS

En estos días, me veo tentada a vivir la vida entre dos polos: ¿cantar con Celia Cruz que la vida es un carnaval o gritar con la tradición de la Salve que vivimos en un valle de lágrimas?
Ha llegado de nuevo la Cuaresma... ¿¿¿¿ya????... Sí, ya.
Me llegan invitaciones diversas, todas buenas. Se me sugieren estos próximos 40 días como un tiempo para RENOVAR EL ANTIVIRUS de mi vida... Y es verdad... ¡qué necesidad de que alguien -Alguien-, destruya tanto bicho como se me cuela y desvirtúa lo mejor de mí y más humano!

Pero me miro a los ojos, por dentro y en este inicio de Cuaresma siento que yo, realmente, nada puedo. A veces, ni dejarme hacer por Él soy capaz. Quizá, con frecuencia es eso lo más difícil: dejarse hacer, entregarse, fiarse... saber que nunca del todo seremos completados ni completos... que toda la vida es estar caminando de Pascua en Pascua... que a pesar de lo que somos Su gracia y Su amor está del todo en cada uno de nuestros fragmentos.
Vivir así no sé si tiene más de carnaval que de valle de lágrimas... pero tiende a pensar que algo de los dos y mucho de ninguno de ellos. Nuestra vida tiene más de Pascua. La Cuaresma es un paso. Necesario y bendito pero paso, al fin y al cabo.

Concentrar todo mi tiempo
en un instante,
recoger mi proyecto
en un solo puñado,
decir toda mi persona
en una única palabra,
y entregarme.

Pero hace falta toda una vida
para acogerte, hacerme y entregarme.
Hace falta toda una historia
para que mi solidaridad humana se complete.
Hace falta tiempo infinito
para nunca acabar de encontrate y encontrarme.

Desde la trascendencia que impregna mis huesos
tú me liberas de la nostalgia
de totalidades imposibles,
porque en cada uno de mis fragmentos
ya se asoma tu presencia.

Benjamín González Buelta

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