"Dios quiere
que pongas toda tu confianza en él; no parte en él y parte en ti, sino toda
entera en el Señor. Te quejas de que no te salen bien tus proyectos; es porque
no es Dios quien mueve tus designios. ¿Y quién es, pues, el que los mueve? Es
tu ambición, tu avaricia y tu sensualidad. Te comprometes en abrazar el estado
del matrimonio sin consultar al Señor en la oración, ni consultar tampoco si es
esa tu vocación. Emprendes un pleito sin tomar consejo de alguna persona de
bien, y si por casualidad tienes algún buen resultado te envaneces luego. Eres
de aquellos de quienes dice la Escritura que se fían en su virtud, y que ponen
toda su confianza en sí mismos. Te vales de caminos ilícitos, de rodeos y
trampas para ganar aquel pleito, de remedios supersticiosos para recobrar la
salud, descuidas tu salvación, te metes en embarazo de negocios porque pones
toda tu confianza en tu espíritu y en tu actividad, en lugar de ponerla toda en
Dios, o si acaso recurres a Él es cuando se te siguen algunos malos sucesos, o
cuando todo te abandona: y ten entendido que Dios solo quiere ser tu recurso
desde el principio, y no a falta de otros" (Sobre la confianza en la providencia, homilía del P. Claret. Extraído de “Colección
de Pláticas Dominicales” D. Antonio María Claret y Clará, Arzobispo de
Trajanópolis,Tomo I, p 282, Librería Religiosa 1862)
Y tú, ¿qué "parte" de tu vida dejas aún fuera del cuidado y la mirada de Dios?
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