"Amando a Dios de veras y andando continuamente a su divina presencia, dirigiréis a su mayor honor y gloria todo cuanto haréis y diréis; como a un amigo, os dirigiréis a Dios con toda confianza, y como un fiel siervo, todo lo haréis en obsequio suyo.
No os aconsejo que aumentéis el número de cosas que ya estáis haciendo por Dios; no todo lo podéis hacer vos, ni Dios pide imposibles. Dios lo que quiere de vos es que hagáis bien lo mismo que estáis haciendo con paz interior, con silencio, sin quejas ni lamentos de los prójimos ni de las cosas, sino que todo lo hagáis con constancia y suavidad, creciendo cada día en la pureza y rectitud de intención de parte del corazón.
Con estos dos pies habéis siempre de caminar a la perfección en la presencia de Dios, pensando que Dios os mira continuamente y que se complace en todo lo que estáis haciendo, diciendo y pensando."
(Claret. Carta ascética, II. Espiritualidad seglar)
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