domingo, 16 de mayo de 2010

SI SIGUES HACIENDO LO MISMO, NO ESPERES RESULTADOS DISTINTOS

Desde la celebración de la Ascensión hasta Pentecostés, los apóstoles iniciaron un tiempo de acostumbramiento: aprender a vivir después de la Resurrección pero sin el Resucitado con ellos. Sin que les hablara, sin que comiera con ellos, sin que les tocara... Eso tuvo su tiempo. Les preparó, les avivó, les quitó el miedo, les quiso mucho, les devolvió la esperanza y les dejó una tarea, una misión.
También les dejó una promesa: el Espíritu Santo, su Aliento Divino, la Fuerza del Padre. Pero, ¿qué hacer con el mejor Espíritu del mundo si nuestra mente y nuestro corazón sigue embotado y acurrucado en cualquier esquina del mundo? ¿De qué sirve que Cristo nos repita que sigue con nosotros y que el Espíritu Dador de Vida nos lo enseñará todo si hemos renunciado a la creatividad, al riesgo, a la inseguridad del que ama y no piensa tanto en su futuro como en el futuro del Reino?
Toda la semana estaremos pidiendo el Espíritu Santo. Toda una semana para suplicar que Dios vuelva a darnos un cariñoso empujón de Aliento y Vida. Y eso, amigos míos, nunca es una regla clara y definida, sino una apuesta y un dejarse llevar donde el Espíritu nos lleve. Raramente coincidirá con lo evidente, claro, seguro... pero ¿acaso no deseamos con toda nuestra alma resultados distintos?

De regalo un cuento:
Hace años, un inspector visitó una escuela primaria. En su recorrida observó algo que le llamó poderosamente la atención, una maestra estaba atrincherada atrás de su escritorio, los alumnos hacían gran desorden; el cuadro era caótico.
Decidió presentarse:
- Permiso, soy el inspector de turno...¿algún problema?
- Estoy abrumada señor, no sé qué hacer con estos chicos... No tengo láminas, el Ministerio no me manda material didáctico, no tengo nada nuevo que mostrarles ni qué decirles...
El inspector, que era un docente de alma, vio un corcho en el desordenado escritorio. Lo tomó y con aplomo se dirigió a los chicos:
- ¿Qué es esto?
- Un corcho señor... - gritaron los alumnos sorprendidos.
- Bien, ¿De dónde sale el corcho?
- De la botella señor. Lo coloca una máquina.., del alcornoque, de un árbol .... de la madera...
- respondían animosos los niños.
- ¿Y qué se puede hacer con madera?, - continuaba entusiasta el docente.
- Sillas..., una mesa..., un barco...
- Bien, tenemos un barco. ¿Quién lo dibuja? ¿Quién hace un mapa en el pizarrón y coloca el puerto más cercano para nuestro barquito? Escriban a qué provincia pertenece. ¿Y cuál es el otro puerto más cercano? ¿A qué país corresponde? ¿Qué poeta conocen que allí nació? ¿Qué produce esta región? ¿Alguien recuerda una canción de este lugar?
- Y comenzó una tarea de geografía, de historia, de música, economía, literatura, religión, etc.
La maestra quedó impresionada.
Al terminar la clase le dijo conmovida: - Señor, nunca olvidaré lo que me enseñó hoy. Muchas Gracias.
Pasó el tiempo. El inspector volvió a la escuela y buscó a la maestra. Estaba acurrucada atrás de su escritorio, los alumnos otra vez en total desorden...
- Señorita...¿Qué pasó? ¿No se acuerda de mí?
- Sí señor, ¡cómo olvidarme! Qué suerte que regresó. No encuentro el corcho. ¿Dónde lo dejó?
Extraído de "Cuentos para regalar a personas inteligentes"

"La creatividad despierta el poder que duerme en nuestra imaginación; es osadía, aventura para descubrir y aprender de los cambios; es una respuesta hábil y no una impotencia explicada o reclamo por lo que nos falta."
Albert Einstein decía: "Es una locura seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes".

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