Es bien sabido que los sarmientos son especialmente útiles para hacer fuego. Incluso para asar carne porque dan un peculiar olorcito y sabor, muy agradable... Hasta aquí, todo bien. El problema es cuando un cristiano lee la parábola de la Vid y los sarmientos. Nosotros somos los sarmientos. Cristo la Vid en la que estamos injertos, unidos... Y nosotros, con frecuencia, parace que tenemos más vocación de ser leña para avivar fuegos (cuando hay tensiones políticas en el país, conflictos humanos en casa, en el trabajo, en la comunidad... ) que sarmientos vivos recibiendo la savia del Único que nos la da para repartirla también nosotros dando vida.
Una pena.
Muy bueno, clarisimo el mensaje.
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