sábado, 27 de junio de 2009

CUMPLEAÑOS DE UNA (CASI)DESCONOCIDA

28 DE JUNIO, 1813-2009.
Tú mismo, tú misma puedes echar la cuenta... Nacía en Vallmoll (Tarragona, España), tan flaca y amoratada que parecía asada en parrilla. Débil y enfermiza toda su vida; más bien tímida aunque serena y firme. ¿Quién iba a decir que esta mujer daría inicio a las Misioneras Claretianas con Claret en Cuba? Para nosotras, este dato es importante. Pero para cualquier persona, Mª Antonia París (así se llama) tiene algo que decir. Pondré solo un par de ejemplos para no cansarte:
- te sientes Iglesia, la quieres, te preocupa, sufres por ella, querrías hacer algo más, sientes incluso que su deterioro se debe a los continuos "ataques" externos... M. París también lo vivió así. Cada día dedicaba un rato en oración a pedir por la Iglesia y a ofrecerse a Dios como instrumento. Lo "malo" que tiene rezar es que, si oramos bien, Dios acaba respondiendo: el deterioro de la Iglesia no es por "los de fuera" sino por la falta de fidelidad de "los de dentro", especialmente los que más responsabilidad tienen en ella. Renueva tú la Iglesia, renovando tu vida, pero no nueva en la doctrina sino nueva en la práctica. ¡Qué fuerte, no!
- quieres vivir el Evangelio y anunciar al Dios del Reino con toda tu alma y tus fuerzas, estés donde estés y te dediques a lo que te dediques; pero parece que nada puede tocar ya el corazón de la gente ni su mente... Hemos dejado de ser creíbles... M. París también lo vivió así. Su experiencia fue descubrir en la oración por qué ocurría esto: por nuestra falta de pobreza, pues el mundo necesita un público testimonio de dónde tenemos puesta nuesra confianza y nuestra vida diaria. Sin trampa ni cartón. Ella decía que la pobreza evangélica es la llave para introducir el Evangelio en el corazón de la gente. Y yo creo que sigue siendo verdad... ¿no te parece?

Oración de la Mañana de María Antonia París (deja el lenguaje del siglo XIX y entra en el corazón de esta oración):

Dios mío, Trino y Uno, Padre, Hijo y Espíritu Santo; te suplico que te dignes iluminarme con tu infinita Sabiduría, para que te conozca a Ti y me conozca a mí, y conozca también lo que Tú quieres que haga, para servirte y amarte con toda la perfección que es posible en esta vida con tu divino favor. Enséñame, Dios mío, todo lo que conviene para toda nuestra familia religiosa y para cada una de mis amadas hermanas en particular.
Dígnate iluminarnos para que conozcamos todo lo que tú quieres de cada una, para que seamos dóciles, y no resistamos a tus divinas inspiraciones y santísima Voluntad. Haznos a cada una copia viva de Nuestro Señor Jesucristo.
Con tu Omnipotencia infinita ayúdanos para poder discernir todo como Tú quieres, pues ya sabes, que no podemos nada absolutamente sin tu gracia y divina asistencia.

Dígnate comunicarnos a todas Tu Divino Amor, que es la miel que endulza todas nuestras amarguras, suaviza las cosas ásperas, facilita las difíciles y nos lleva en sus brazos ..., pues el amor lleva la carga sin carga, y aunque sea muy pesada, con el amor no lo sentimos. Concédenos, Señor, la gracia de amarte tanto como nuestro espíritu desea. Amén

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