Aquí tenéis dos documentos significativos para vuestra reflexión. Los dos, previos al Golpe de Estado.
COMUNICADO DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE HONDURAS
http://www.iglesiacatolicasps.com/
“Da, pues, a tu siervo un corazón sabio para gobernar a tu pueblo y poder discernir entre lo bueno y lo malo” (1 Reyes 3,9).
Los Obispos de la Iglesia Católica de Honduras, reunidos en nuestra Segunda Asamblea anual, al Pueblo de Dios y a la sociedad hondureña en general, manifestamos lo siguiente:
Queremos ser fieles a la misión de anunciar el Evangelio por medio de la formación de las conciencias, la defensa de los valores, sobre todo la verdad y la justicia, y nuestra contribución al bien común. Esta responsabilidad nos la recuerda el Documento de Aparecida cuando afirma: “Compete también a la Iglesia colaborar en la consolidación de las frágiles democracias, en el positivo proceso de democratización en América Latina y el Caribe, aunque existan actualmente graves retos y amenazas de desvíos autoritarios” (Documento de Aparecida, 541).
La coyuntura política que se ha producido por las elecciones internas en los partidos políticos, la elección de la Corte Suprema de Justicia, el nombramiento del Fiscal General de la República, los rumores de golpe de Estado y los preparativos para la encuesta sobre una cuarta urna, han producido en nosotros honda preocupación por las divisiones y la polarización de fuerzas que cada día se agudizan en nuestra sociedad.
Desde diferentes medios de comunicación, agrupaciones cívicas y el mismo pueblo, se insiste en la necesidad de plantearse, e intentar resolver, los ingentes problemas sociales que se han venido postergando; tales como la creciente violencia social, la disminución de los recursos financieros del Estado, el desempleo, el auge del crimen organizado y el narcotráfico, la disminución de la fuerza que los valores morales y religiosos le dan a la sociedad, la vulnerabilidad frente a los fenómenos naturales, la tenencia de la tierra, etc.
De este conjunto de problemas que amenazan nuestra democracia, todos, en alguna medida, somos responsables. Son responsables los Poderes del Estado, sus instituciones y organismos, cuando politizan sus gestiones y las manchan con la corrupción, el abuso de poder y la intención de imponer en nuestra patria un pensamiento único. Responsables, también, los partidos políticos que se consideran herederos del patrimonio estatal para administrarlo, en muchos casos, según sus intereses particulares. Así mismo, son responsables los llamados “grupos de poder”, nacionales y transnacionales, difíciles de identificar porque actúan en las sombras, insaciables en su afán de enriquecimiento, que bloquean o condicionan el desarrollo integral del país profundizando la brecha de la injusta desigualdad en la que vivimos. Y, en fin, todos los que formamos la sociedad hondureña, somos responsables en la medida en que nos hacemos indiferentes y pasivos ante los peligros que amenazan nuestra débil democracia, más electoral y representativa que participativa.
La democracia participativa que queremos sólo será posible si se dan ciertas condiciones:
El decidido empeño para que haya verdadera JUSTICIA SOCIAL como compromiso de toda la ciudadanía, sobre todo de aquellas personas que aspiran a cargos de elección. Creemos que en la medida en que se vaya desarrollando la capacidad, la conciencia y la responsabilidad ética de dirigentes políticos, de los funcionarios públicos y de los responsables del sistema bancario, la injusticia social que existe irá disminuyendo. Porque sin Justicia Social no puede haber verdadera democracia.
El DIÁLOGO, como instrumento que convierte las diferencias naturales y el pluralismo social y cultural en oportunidad de mejorar las propuestas de futuro y consensuar las decisiones políticas y económicas. Por ello necesitamos un diálogo que abarque todos los sectores de la sociedad y que nos encamine no solo a superar la crisis actual sino a encontrar un proyecto de nación por el que trabajar unidos.
Las CONSULTAS a la ciudadanía, lejos de provocar temor, debemos considerarlas como un recurso importante de participación política, siempre y cuando se realicen dentro del marco de la ley, ya que “la representación política no excluye, en efecto, que los ciudadanos puedan ser interpelados directamente en las decisiones de mayor importancia para la vida social” (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 413).
Por tanto, urgimos a las autoridades que han sido elegidas para custodiar el Estado de Derecho, que sepan encontrar, por medio del DIALOGO, las soluciones al conflicto actual, y que sepan garantizarle al pueblo hondureño la reglamentación de recursos constitucionales, como son el Plebiscito y el Referéndum que, junto con otros instrumentos, como es la Ley de Participación Ciudadana, permitan que el pueblo sea consultado en los asuntos de mayor importancia.
Una sociedad libre y soberana sólo se puede construir con la participación de todos los ciudadanos, sintiéndonos corresponsables del bienestar de Honduras. Pero un verdadero cauce de participación ciudadana no se puede hacer en contra de las mismas leyes. No se puede desobedecer a la Ley en nombre de las personas a las que se quiere beneficiar, como no se puede ser democrático sin respetar la Democracia, “imponiendo el poder de un determinado grupo a todos los demás miembros de la sociedad” (Redemptor Hominis, 17).
En el camino de preparación de las próximas elecciones consideramos necesario un proceso que permita divulgar el conocimiento de la Constitución a todos los niveles. Este esfuerzo tendrá más beneficios para la ciudadanía que todos los gastos, algunos de dudosa procedencia, de las excesivamente largas campañas políticas.
La ciudadanía debe exigir, a quienes se presenten como candidatos en las próximas elecciones, que demuestren su conocimiento de las necesidades de la nación, su capacidad para ejercer cargos públicos, su honestidad y su sensibilidad auténtica hacia los más necesitados. Asimismo, los candidatos han de confirmar públicamente su compromiso de respetar los procesos de participación ciudadana y de trabajar para que las Leyes estén al servicio del bien de todos, en especial de los más pobres, y no para adaptarlas a los intereses particulares de personas, grupos o partidos políticos.
Pedimos a los tres poderes del Estado, a las Instituciones dependientes y, en especial, a las Fuerzas Armadas, que garanticen la transparencia, organización y buena marcha de las próximas elecciones para que se conviertan en una demostración de convivencia pacífica y de respeto a la Constitución tal como lo desea el pueblo hondureño.
Rogamos a Dios que su Santo Espíritu ilumine los corazones de los que vivimos en esta patria que es Honduras. Y a la Virgen de Suyapa que, con su maternal presencia, nos recuerde en todo momento que somos hijos de Dios, hermanos y hermanas, y que ella nos guíe hacia la unidad en la justicia y la paz.
Tegucigalpa, M.D.C., 19 de junio de 2009
El segundo documento procede de ERIC-SJ and Radio Progreso, obras de los Jesuitas en Honduras, emitido dos días antes del golpe de estado. Tiene mucha sabiduría.
RACIONALIDAD Y DIÁLOGO: NUESTRA PROPUESTA.
Necesitamos cuanto antes crear un ambiente de sosiego y mesura, y que la razón ocupe su lugar en el actual ambiente de pasiones y de confrontaciones políticas e ideológicas. Ya llegamos al tope de la conflictividad política, que nos sitúa ante un verdadero dilema: O buscamos ya una salida racional, dialogada y negociada a la crisis política, o avanzamos sin remedio a la ingobernabilidad en la que salimos perdiendo todos.
Ya acabó el momento de seguir echando más leña al fuego, y conviene tomar distancia de todo aquello que atice posturas que radicalizan cualquiera de los polos que definen el conflicto actual. Nos encontramos en un momento extremo de inflexión, en el cual, sólo nos salvará apostar por un escenario de mínimos consensos en torno a la preservación de la institucionalidad del Estado de derecho.
Ese mínimo consenso ha de partir del rechazo absoluto a todo lo que tenga que ver con un golpe de Estado, sea técnico o violento, puesto que en una situación de ingobernabilidad, la sociedad entera queda expuesta a la violencia y a expresiones de descomposición que sólo beneficiará a sectores que se nutren a la sombra de la inestabilidad y de la ausencia de institucionalidad.
Las posiciones de los dos polos siguen radicalizándose. Ni el Presidente parece dar un paso hacia un diálogo ni el otro sector está dispuesto a dar marcha atrás en su decisión de inhabilitar al titular del Ejecutivo. Para avanzar hacia un escenario de mínimos consensos, son necesarias la actuación y presencia de otras fuerzas que contribuyan a romper con esa lógica en la que uno a otro sector se satanizan y se buscan aplastar mutuamente.
Frente a esta peligrosa polarización, es muy importante trasladar y mantener toda información posible a toda la sociedad, pues sólo con una población informada se puede avanzar hacia una salida política no manipulada y sólo así se puede esperar una respuesta consciente y ciudadana de parte de los diversos sectores de la sociedad hondureña.
La alta y radicalizada polarización involucra de manera especial a quienes conducen los tres poderes del Estado, y por eso mismo sus propuestas y decisiones gozan actualmente de muy poca aceptación y credibilidad. Por ello, consideramos pertinente la necesidad de la intervención de sectores que, desde posiciones independientes y no apasionadas, puedan convocar a los sectores involucrados en la actual crisis política e institucional, con el fin de buscar, tan pronto como sea posible, una salida negociada a la crisis creada al interior de los poderes del Estado.
Sugerimos la necesidad de solicitar la conformación de una Comisión con actores de alto reconocimiento político, jurídico y ético internacionales y nacionales, como un factor que contribuya a abrir el diálogo hacia una salida negociada al conflicto actual. Una Comisión que podría estar constituida por representantes de la ONU, la OEA, quizás un miembro Nóbel de la Paz, un organismo internacional de derechos humanos y un rector de una prestigiosa universidad.
Racionalidad desde la inclusión de todos los sectores de la sociedad, es de lo que más está urgiendo la presente y convulsa coyuntura política. Reducir posiciones cerradas, y una mirada de país y de bien común, mucho más allá de posiciones de grupos o sectores en particular, es lo que más está necesitando la nación para revertir la ingobernabilidad e inestabilidad de las que ya estamos siendo víctimas, y para avanzar hacia la recuperación del Estado de Derecho, la democracia y la paz que tanto hacen falta para hacer frente a las verdaderas tareas del desarrollo del país.
Hoy estamos a tiempo, los políticos, los altos dirigentes de los poderes del Estado, los medios masivos de comunicación, las iglesias, los diversos sectores de la sociedad civil, tenemos que dar cada uno un paso adelante en esta construcción de una salida dialogada y negociada. Mañana, sin duda será demasiado tarde, y las presentes y las siguientes generaciones lo lamentaremos para siempre.
Ya acabó el momento de seguir echando más leña al fuego, y conviene tomar distancia de todo aquello que atice posturas que radicalizan cualquiera de los polos que definen el conflicto actual. Nos encontramos en un momento extremo de inflexión, en el cual, sólo nos salvará apostar por un escenario de mínimos consensos en torno a la preservación de la institucionalidad del Estado de derecho.
Ese mínimo consenso ha de partir del rechazo absoluto a todo lo que tenga que ver con un golpe de Estado, sea técnico o violento, puesto que en una situación de ingobernabilidad, la sociedad entera queda expuesta a la violencia y a expresiones de descomposición que sólo beneficiará a sectores que se nutren a la sombra de la inestabilidad y de la ausencia de institucionalidad.
Las posiciones de los dos polos siguen radicalizándose. Ni el Presidente parece dar un paso hacia un diálogo ni el otro sector está dispuesto a dar marcha atrás en su decisión de inhabilitar al titular del Ejecutivo. Para avanzar hacia un escenario de mínimos consensos, son necesarias la actuación y presencia de otras fuerzas que contribuyan a romper con esa lógica en la que uno a otro sector se satanizan y se buscan aplastar mutuamente.
Frente a esta peligrosa polarización, es muy importante trasladar y mantener toda información posible a toda la sociedad, pues sólo con una población informada se puede avanzar hacia una salida política no manipulada y sólo así se puede esperar una respuesta consciente y ciudadana de parte de los diversos sectores de la sociedad hondureña.
La alta y radicalizada polarización involucra de manera especial a quienes conducen los tres poderes del Estado, y por eso mismo sus propuestas y decisiones gozan actualmente de muy poca aceptación y credibilidad. Por ello, consideramos pertinente la necesidad de la intervención de sectores que, desde posiciones independientes y no apasionadas, puedan convocar a los sectores involucrados en la actual crisis política e institucional, con el fin de buscar, tan pronto como sea posible, una salida negociada a la crisis creada al interior de los poderes del Estado.
Sugerimos la necesidad de solicitar la conformación de una Comisión con actores de alto reconocimiento político, jurídico y ético internacionales y nacionales, como un factor que contribuya a abrir el diálogo hacia una salida negociada al conflicto actual. Una Comisión que podría estar constituida por representantes de la ONU, la OEA, quizás un miembro Nóbel de la Paz, un organismo internacional de derechos humanos y un rector de una prestigiosa universidad.
Racionalidad desde la inclusión de todos los sectores de la sociedad, es de lo que más está urgiendo la presente y convulsa coyuntura política. Reducir posiciones cerradas, y una mirada de país y de bien común, mucho más allá de posiciones de grupos o sectores en particular, es lo que más está necesitando la nación para revertir la ingobernabilidad e inestabilidad de las que ya estamos siendo víctimas, y para avanzar hacia la recuperación del Estado de Derecho, la democracia y la paz que tanto hacen falta para hacer frente a las verdaderas tareas del desarrollo del país.
Hoy estamos a tiempo, los políticos, los altos dirigentes de los poderes del Estado, los medios masivos de comunicación, las iglesias, los diversos sectores de la sociedad civil, tenemos que dar cada uno un paso adelante en esta construcción de una salida dialogada y negociada. Mañana, sin duda será demasiado tarde, y las presentes y las siguientes generaciones lo lamentaremos para siempre.
El Progreso, Yoro, 26 de junio del año 2009. Radio Progreso y Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación,obras del Apostolado de la Compañía de Jesús en Honduras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario