Alguien me ha dicho hoy algo que merece la pena compartirlo. Verás...
Si has visto alguna vez una vid podada, sabrás que se queda pequeña, corta, como muñones... todo bien pegado a la cepa. Si no se podaran los sarmientos cada año, las ramas seguirían creciendo y creciendo... y alejándose de la vida cada vez más... NOS IRIAMOS POR LAS RAMAS... nos alejaríamos del tronco y nos perderíamos, aunque fuéramos más vistosos y frondosos... Hay que pasar la poda... aunque duela, aunque aparentemente nuestra imagen desmerezca...
Pero para dar fruto, para dar fruto verdadero, hay que estar ahí, en el corazón, en el mismo centro, lo más pegado a él posible... para no irnos por las ramas en la vida y en nada. Permaneciendo en la vid verdadera.
Gracias por compartir esta imagen y esta parábola. Merece la pena. Yo tampoco quiero irme por las ramas. ¿Y tú?
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