viernes, 22 de febrero de 2013

 
 Cuando voy a la Basílica a confesarme, al pasar por delante de su estatua, le miro y noto que él por lo bajinis repite:
Di, Jesucristo, ¿por qué
  me besan tanto los pies?
  Soy San Pedro aquí sentado,
  en bronce inmovilizado;
  no puedo mirar de lado,
  ni pegar un puntapié
  pues tengo los pies
  gastados como ves.
Haz un milagro, Señor.
  Déjame bajar al río,
  volver a ser pescador,
  que es lo mío.
(Jorge San Vila)

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