Evangelio del III Domingo de Cuaresma
“Yerma”, además de ser el título
de una obra de teatro de Federico García Lorca, es un adjetivo femenino de
sonoridad preciosa que significa “inhabitada”, “incultivada”, que acompaña
generalmente al sustantivo “tierra”. Pues bien, me atrevo a decir que
no hay tierra yerma para el Padre, que todos los cristianos y cristianas
tenemos la inmensa suerte de ser considerados semilla que da fruto y a la vez
tierra para que la semilla dé fruto.
Esto es una suerte, pero también
una responsabilidad. La responsabilidad de sabernos fértiles en dones y
capacidades. Todos y todas tenemos las nuestras, ¿sabes tú reconocer las tuyas?
La Biblia está llena de metáforas
sobre la siembra y la cosecha. Pero si no te llega esto de ser semilla que da
fruto, piensa, simplemente, en lo que tú puedes dar al mundo y no estás dando.
La Cuaresma es un momento perfecto para empezar a sacar lo mejor de ti, para
convertirte en un donante de cualidades. No esperes a que caigan torres o a que
se desmorone algo a tu alrededor, empieza ahora y serás más feliz, más
original, más tú… ¡Seguro!
(Cristina López Navas en www.acompasando.org)
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