Quizá parezca una diferencia menor, pero no lo es. En un mundo donde continuamente nos aferramos al poder y a los cargos (todos), ya sea mucho o poco poder, ya se un cargo de relevancia o no, el gesto de Benedicto XVI es profético.
Pero no se limita a "abandonar" o "dimitir". Un cristiano nunca dimite. Se puede dimitir de un cargo encomendado, de un trabajo. Lo aceptaste un día y lo abandonas otro. Un cristiano sólo puede renunciar porque sabe que la tarea que llevaba entre manos es una misión encomendada por Dios y en Dios la inició un día. Por Dios y en Dios también deja de realizarla. Es la única razón posible desde la fe: que el mismo Dios que te eligió para llevar a cabo una tarea, te llame ahora a dejarla.
Así parece que ha ocurrido con Bendicto XVI. Leer sus palabras en el comunicado oficial no tiene desperdicio.
El 28 de febrero a las 20,00 h quedará vacante la Sede de Pedro y se iniciarán los trámites adecuados para convocar al cónclave que elija al próximo Papa.
Gracias Santo Padre. Gracias al hombre creyente, Joseph Ratzinger. Gracias.
Que tu ejemplo sea estímulo para cuantos podemos llevar a cabo responsabilidades sin tener las fuerzas o capacidades para ello y nos de la valentía y la humildad suficiente para renunciar. Ya sean grandes o pequeñas cosas. Ya sea en la vida eclesial, política, social... o simplemente de andar por casa.
Que tu ejemplo sea estímulo para nuestra vida de fe y para nuestra honestidad vital.
Gracias.
Aquí puedes leer la declaración de Benedicto XVI, en el Consistorio Ordinario Público, el 11 de febrero, y firmada un día antes:
Queridísimos hermanos:
Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia. Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando. Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado. Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice.
Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos. Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice. Por lo que a mi respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria. Vaticano, 10 de febrero 2013. BENEDICTUS PP. XVI
Estoy de acuerdo, aunque estas sorpresas producen sentimientos encontrados. La "gracia" es el circo que se monta luego, todo el mundo queriendo ser mas papistas que el papa (nunca mejor dicho)dando explicaciones puramente de tejas abajo, buscando conjuras, etc. Algunos piensan que cuando se dice pura y simplemente la verdad, no puede ser cierto.
ResponderEliminarHay una cosa objeiva que no se da en todos los casos, la edad... Maria Cristina