martes, 27 de abril de 2010

PIES PARA QUÉ OS QUIERO

Así dice un refrán castellano para expresar las ganas de salir "pitando" de algún sitio, de alguna situación... Vivimos un momento en la Iglesia y, creo de verdad , en el mundo en general, en que muchas, muchísimas veces nos darían ganas de salir corriendo... ¿o no?
Tiempo de dudas, de cambio global, de saber que algo se acaba pero no tener ni idea de por dónde comenzar lo siguiente...
Tiempo de casancio, de acusaciones, de infidelidades, de exageraciones, de burlas, de deshumanización, de "todo vale", de no mirar nada que no sea mi propio ombligo...
En definitiva, tiempo de querer poner "pies en polvorosa" (otro refrán) y desaparecer...
Pero, ¡no nos engañemos!
También es tiempo de muchísima fidelidad callada y discreta, de esa que es tan eficaz y evangélica.
También es tiempo de tener pies de piedra por lo consistente, porque aguantas, porque permanecen. Y a la vez, pies dispuestos a caminar donde el Espíritu sople.
Pies y manos de carne para un corazón de carne y no de piedra. De esos que se con-mueven pero no se re-mueven a lo loco, a la primera de cambio.
Apúntate... Y de vez en cuando pensemos también dónde tenemos los pies (o sea, dónde estamos cotidianamente) y no sólo dónde tenemos la cabeza (teoría, pura teoría...)

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