Es fácil avergonzarnos de los corruptos que nos rodean en tantos ámbitos de la vida.
Es fácil asustarnos y tirar la toalla.
Es fácil sentir que todos son peores personas y más mezquinas que yo mismo, que yo misma.
Es fácil.
Y realmente nos sobran los motivos: manipulación en los medios, golpes en la mesa de los poderosos, vetos difícilmente explicables ni entendibles, injusticias y desproporciones que se ceban con los más débiles... En fin...
Sólo me surge una doble petición:
Que la vergüenza que me genera lo que ocurre a mi alrededor sea motivo de compromiso y lucha por la realidad. Que la lucha por un mundo más humano y fraterno no me oculte mis propias corrupciones, miserias y mediocridades internas.
Amén
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