lunes, 1 de noviembre de 2010

¿TENDREMOS MISA DE HALLOWEEN?

Esta fue la pregunta que un niño hacía a su catequista la semana pasada en una parroquia.
La frase se comenta por sí sola.
Después del impacto inicial, me quedé pensando en todo este asunto.
¿Cómo es posible que pudiendo elegir la luz, la verdad, la vida, la transparencia, la fidelidad... cada vez elijamos más la noche, la trampa, la muerte, el disfraz, la mentira pasajera...?
Para los cristianos celebrar a los santos es celebrar que hay seres humanos que ya disfrutan de esa luz y esa verdad gozosa que sólo Dios puede dar. Es una fiesta de luz, de esperanza, de ánimo. es decirnos a todos que estamos llamados a ser "la mejor versión posible de nosotros mismos"... o sea, santos.
Y del otro lado, se ha entremezclado la tradición de halloween. Y unas calabazas, dulces, disfraces y colmillos postizos nos han ganado la apuesta. Predomina el miedo de los muertos, la trampa, el disfraz, la mentira, lo desagradable de un supuesto mundo intermedio... En definitiva, todo lo contrario.
No creo que haya que levantar una nueva cruzada contra algo tan tonto y superficial como el Halloween. Pero sí creo que hay que hacer todo lo posible por recuperar entre nosotros, cristianos, el deseo y el gozo de querer ser santos, de sabernos en comunión con ellos y de estar llamados a algo grande. Muy grande. Tan grande como llegar a ser lo mejor de nosotros mismos: llegar a ser como Dios nos sueña. Si no lo hacemos, no echamos la culpa a niños, jóvenes y adultos disfrazados tontamente. Preguntemos más bien a nuestro corazón y a nuestra de de Iglesia.

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