“Cada carisma es una palabra evangélica
que el Espíritu Santo recuerda a su Iglesia” Benedicto XVI
"En este año de 1854, Dios nuestro Señor, me
dio una comunicación tan continuada con su Divina Majestad que me parece
imposible poder vivir una criatura en esta miserable vida con tan íntima
comunicación con Dios, y no sé si acertaré a explicar cómo fue. Me parece que
me tenía el alma Dios nuestro Señor metida en lo más secreto de su corazón y allí
le estaba comunicando sus eternas disposiciones… Lo que especialmente vi en
aquel secreto divino fue el estado de la Santa Madre Iglesia y los medios y
modos que había determinado toda la Santísima Trinidad para poner en pie los
mandamientos divinos… “ (Aut MP 48)
“Año
1854…estando en oración, se dignó Su Divina Majestad manifestarme cómo quería
la Reformación de toda la Iglesia (Aut MP 49)
"(27 de agosto, 1855) Al
ponerme Claret la corona sentí un peso tan grande que me la hacía inclinar… admirándome
yo mucho de aquel grande peso me dijo Nuestro Señor: éste es hija mía, el peso
que carga sobre ti de la Reformación de
mi Iglesia…”
“En la Gaudium et Spes nos dijeron que “Los
gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro
tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y
esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo” (GS 1)
La Iglesia
es también Institución y todas sus estructuras y normas, de cualquier
naturaleza que sean, tienen que favorecer la encarnación de su Misterio, y esto
es lo que Claret y París entendieron en contacto con la Palabra de Dios (…) María
Antonia París, nacida a principios del s. XIX, una mujer, expone en los Puntos para la Reforma las luces sobre la Renovación de la Iglesia que había
recibido en la oración. Dice quiénes tienen que hacer esta reforma y cómo debe
ser: una Reforma que debe ser hecha en sus miembros, Papa, Obispos, Sacerdotes,
Religiosos y Laicos, viviendo en fidelidad el Evangelio, en pobreza y comunidad
de vida, en una formación continua que los aleje de la ignorancia y les haga
penetrar con profundidad el mensaje que tienen que hacer vida y transmitir a
los demás.”
(Ser Claretiana para el mundo de hoy, pp 215-216)
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