Nos comprometemos a seguir el estilo de vida de Jesús, por medio de la profesión de los votos públicos de pobreza, obediencia y castidad; con una vivencia profunda del misterio Eucarístico; en fraterna comunión de vida y misión; en sencillez, pobreza y laboriosidad; para ser testigos del amor salvífico de Dios a los hombres y de la presencia del Reino futuro en la tierra. Hemos de sentir sobre nosotras el peso de la Iglesia, que nos impulse a llevar la Ley santa del Señor a toda criatura y contribuir a la renovación permanente de la vida consagrada. Nos entregamos con entera disponibilidad al servicio de la Iglesia para acudir a lo más urgente, oportuno y eficaz, de acuerdo a nuestro carisma. Nuestra razón de ser en la Iglesia es que Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, sea conocido y amado por todos los hombres
(Constituciones Misioneras Claretianas, nn 6.7.10)
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